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14 de noviembre de 2024

Orígenes del liderazgo humanista

Arnold Beisser nos dejó una enseñanza poderosa con su “Teoría paradójica del cambio”: «Cuanto más queremos cambiar hacia algo que no somos, mayor es la posibilidad de no cambiar en absoluto».

Esta lección es crucial tanto para las personas como para las organizaciones. Intentar transformarse en algo completamente distinto puede ser un esfuerzo inútil si el cambio contradice nuestras creencias fundamentales y nuestro propósito.

La trampa de vivir sin una identidad propia

Vivimos sin personalidad propia, arrastrados por lo que otros deciden que debemos desear. No elegimos, simplemente seguimos el camino que nos trazan, sin cuestionarlo. Nos dejamos llevar por las expectativas ajenas, atrapados. Actuamos como si lo importante fuera cumplir con lo que otros esperan de nosotros, mientras perdemos nuestra esencia, nuestras verdaderas metas.

El valor de construir sobre nuestra esencia para un cambio efectivo

El cambio efectivo no se trata de reinventarnos desde cero, sino de construir sobre lo que ya somos. Si forzamos una transformación que no está alineada con nuestra esencia, el esfuerzo puede ser enorme, pero el progreso mínimo. Es física, el trabajo (W=F⋅d) es el producto de la fuerza por la distancia recorrida. Si aplicamos mucha fuerza en la dirección equivocada, el trabajo es negativo. En cambio, cuando aceptamos nuestra realidad y trabajamos desde esa aceptación, el esfuerzo se traduce en un cambio significativo.

Esta reflexión, aunque práctica, puede ser dura cuando evaluamos a nuestros equipos y queremos reconocer el cambio logrado. Es fundamental medir el progreso en función de lo avanzado, no del esfuerzo realizado. Utilízala con tus equipos, es clave para entender el avance y espacio conseguido, valora por el trabajo realizado no por el esfuerzo empleado.

En línea a lo expuesto, la adecuada reinvención no consiste en abandonar lo que somos para convertirnos en algo diferente, sino en amplificar nuestra esencia y descubrir nuevas formas de ser en un mundo cambiante con el objetivo de ser competitivos.

Lograr esto no es sencillo, necesitamos saber qué nos hace diferentes. Si no lo tienes claro, piensa en tus orígenes, en tu legado: ¿Por qué y cómo comenzó todo? Nuestras raíces nos ofrecen pistas valiosas sobre lo que nos diferencia.

Encontrar el equilibrio entre nuestro pasado y las demandas del futuro

Un mundo que cambia rápidamente deja poco tiempo para la nostalgia y los detalles irrelevantes. La mayoría de las veces no tenemos tiempo para reflexionar sobre nuestra historia. Pero una comprensión sofisticada del pasado es una de las herramientas más poderosas de las que disponemos para dar forma al futuro. Queda claro la importancia de aprender las lecciones del pasado sin caer en la melancolía de esta. Pero, es alarmante el porcentaje de líderes que carece de esta práctica, sucesiones mal realizadas, lideres excesivamente pragmática y orientados exclusivamente a la cuenta de resultados, y poco a la exploración,. Hablamos de necesidad.

Ir a nuestros orígenes y analizar nuestra historia inculca un sentido de identidad y propósito que nos sugiere que objetivos pueden tener éxito.

Para finalizar, me gustaría mencionar a Carl Becker, historiador estadounidense que enfatizó en la importancia del contexto y la perspectiva en la interpretación de la historia. Este historiador dijo «El pasado es una especie de pantalla en la que proyectamos nuestra visión del futuro». Incluso cuando no se pueda discernir una imagen clara del futuro en el pasado, es cuando ha llegado el momento de hacer cambios importantes derivados de necesidades críticas sin alterar la esencia.

Necesitamos estar conectados con nuestra historia personal y profesional, con perspectiva de futuro. Nuestro legado, fruto de la historia, nos deja valiosas lecciones y grandes momentos de aprendizaje. Sin embargo, aferrarse demasiado a el puede convertirse en una limitación que nos impida avanzar. Necesitamos equilibrio entre nuestro origen y lo que nos demanda el futuro.